Amor que transforma lo que asusta
Y llamé a mi yo adulta, la que puede desde el centro agarrarnos fuertemente la mano.
A la adolescente y a la niña.
Y las tres paradas miramos ese universo tan basto, tan infinito.
Un universo de todo lo que asusta.
Culpa, verguenza y miedo.
Morado, azul noche y negro.
Paradas frente a ese universo nos dejamos sentir qué nos pasaba ahí, ahí paradas frente a ese universo de lo que asusta. Dejando los pensamientos y dando la bienvenida al sentir.
Sentimos impotencia y unas ganas infinitas de huir.
Sentimos un tambaleo del cuerpo y una resistencia también.
Y la niña nos preguntó ¿Qué nos pasaría si saltamos a eso que asusta en vez de huirle?
Y la adolescente se estremeció.
Y la adulta nos apretó fuertemente las manos y nos abrió la invitación a probarlo, probar un chapuson distinto.
Entonces, nos lanzamos ante eso que asusta, sin darle pensamiento, solo sentimiento.
Y nos dejamos fusionar en ese sentimiento.
Y al hacerlo descubrimos que esa culpa, esa verguenza y ese miedo no nos pertenecían, era todo lo que nos habiamos autoengañado que era nuestro. Lo habiamos adoptado.
Y en esa fusión pintamos un nuevo lienzo desde el amor, el amor infinito de lo que sí eramos.
Un amor que fue transformando todo lo que asustaba.