Sentirse preservada
Hoy me he parado frente a esa puerta cerrada, me he parado a volver a contemplar su luz.
Una puerta prometedora.
Algo dentro mío sabe qué hay ahí adentro y ebulle de emoción de que venga el momento de cruzarla.
Otra parte de mí se resiste y llena de miedo.
Se mantiene cerrada — por el momento.
Sé que tengo el poder de decisión; abrirla o no abrirla.
Sé también que aún falta un poquito más para finalmente abrirla.
Estoy desde este otro lado fuera de la puerta, preparándome, como armándome de herramientas necesarias para cruzar esa puerta.
Voy nombrando cosas innombrables hasta la fecha, de a poquitos.
Voy ganando claridad y construyéndome una identidad más robusta acorde a lo que se necesitará para transitar esa puerta.
Sé muy dentro mío que adentro de esa puerta se viene una luz tan potente que podría cegarme — tal vez de ahí venga el miedo — que necesitaré una buena y fortalecida identidad para no desintegrarme — de ahí viene el miedo.
Hoy en terapia me encontré dando un pasito pequeñito más adelante. Y ahí me resistí a quedarme, no avanzar más. Pero agradecí porque nunca antes me había atrevido a dar ese paso, así que así estaba bien.
Preservar.
Proteger o resguardar a alguien o algo, intentando conservar su estado, de un daño o peligro.
Hoy he entendido que esa puerta se mantiene cerrada con el sentido de preservarme. He sentido que lo más divino que habita aquí, con mucho amor, me ha ayudado a mantenerla cerrada y me he llenado de bendición de saberme preservada desde el amor.
Y con mucho amor, lo más divino que habita aquí, me ha enseñado la puerta, me ha enseñado y susurrado que pronto se abrirá una nueva puerta ante mí, me la ha presentado y me está preparando, diciéndome que el momento en que me vuelva a susurrar será un susurro de permiso para abrirla.
Hoy parada ante esa puerta cerrada, he cerrado los ojos y le he agradecido por todo lo que me está enseñando manteniéndose cerrada.
Paciencia, Confianza, Preservación, Preparación, Valentía y Amor.