Un apapacho en momentos de rollercoaster
This is a rollercoaster
Life is a rollercoaster
Tengo una confesión que hacer:
Suelo caer en el nihilismo muy facilmente.
Un día estoy cantando con mi lista de canciones rituales: ‘abrete corazón’ y ‘despierten mujeres’. Otros días me voy a las canciones que cantan todo lo contrario como:
I know it’s hard sometimes
Yeah, I think about the end just way too much
A veces pienso en el final, otras me brotan ganas de llorar por pensar en el querer el final tan facilmente, y otras estoy rebosando de propósito y amor que dejo mi nihilismo a un lado. Hay periodos donde me dura un buen rato el ponerlo entre paréntesis; otros — como ahora — donde en menos de una semana vuelvo a sentirme caer de la montaña rusa.
Quise venir a escribir este pasaje medio depre porque en redes suelo compartirme desde el lado positivo de mi existencia. Pero hay muchas veces donde la mente me atormenta pensando en el sin sentido y el sufrimiento de la vida.
Hace dos días conversaba con una amiga, y me preguntó en una confianza linda que abracé:
-Nay y tu como haces para saber si estas decidiendo con tu intuición o no?
Yo desde mi intensidad, que usualmente suelo taponear para no desvordar, asustar y/o alejar a las personas quise primero dar una respuesta corta. Pero luego me recordé sostener mi decisión de cada vez ‘permitirme ser’ un poquito más con amigas que considero intimas y solté mi respuesta larguísima que recorre mis ultimos 5 años de existencia.
Respuesta que se resume a no quedarme en la cabeza y poner en palabras los pensamientos.
Eso fue hace 2 días, donde me sentía la sensei de la existencia dando consejos. Hoy sentía que volvía a caer en viejos patrones existenciales — estas semanas me auto-observo que vengo destapando y reviviendo viejos patrones que pensaba ya los habia ido superando.
Pausa, derrepente me entró una llamada. En pleno desvorde.
Un apapacho a la existencia, lo sentí como enviado por la vida que siempre se me resiste a voltearme la moneda a la parte bonita.
Y me reconfirmó la respuesta a mis crisis existenciales: hablalo con tu familia del alma. No hay mejor apapacho existencial que tener una conversación de esas que no se basan en el formalismo que esconde la vulnerabilidad del ¿cómo te fue hoy? ‘bien’. Sino esas donde en una sacas el: sí, me siento cagada, dejame contarte todos los miedos que llevo cargando dentro.
Seguimos vivos.